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Con el sonido de las olas rompiendo contra la costa y el aire salado en sus rostros, Tomoya, Aoi y Ryô llegaron al viejo aeropuerto, un lugar que había sido despojado de su gloria y ahora yacía en ruinas, cubierto de maleza y sombras. La luna llena iluminaba el paisaje, proyectando siluetas inquietantes sobre las estructuras abandonadas.
—¿Estás seguro de que esto es una buena idea? —preguntó Aoi, mirando nerviosamente a su alrededor. Sus manos temblaban ligeramente, y no estaba segura de si era por el frío de la noche o por el miedo que comenzaba a apoderarse de ella.
Tomoya, con una sonrisa desafiante, encendió la bengala que había traído. La luz roja iluminó su rostro y reveló la emoción en sus ojos. —¡Vamos! Si el Fantasma de Verano es real, esta es nuestra oportunidad de verlo. Solo necesitamos esperar un poco.
Ryô, aunque más escéptico, se sintió arrastrado por la valentía de sus amigos. —Está bien, pero si vemos algo raro, ¡me largo de aquí! —dijo, intentando mantener su actitud despreocupada.
Mientras se adentraban en el aeropuerto, el aire se volvía más denso. Las ruinas crujían bajo sus pies, y el eco de sus risas se perdía en la oscuridad. Las historias que habían escuchado hablaban de un espíritu atrapado, un alma que vagaba por el lugar en busca de su paz, y de cómo solo se manifestaba ante aquellos que realmente deseaban verlo.
A medida que la bengala iluminaba el entorno, sombras danzaban entre las paredes desgastadas. De repente, un escalofrío recorrió la espalda de Aoi. —¿Escucharon eso? —susurró, su voz temblando.
Tomoya y Ryô la miraron, y en ese instante, un susurro suave como el viento atravesó el lugar. «Ayuda...», parecía decir, y el corazón de los tres adolescentes se aceleró. La luz de la bengala comenzó a parpadear, y la risa nerviosa de Tomoya se apagó.
—No puede ser real... —murmuró Ryô, mientras el ambiente se tornaba cada vez más inquietante. La bengala se extinguió, y la oscuridad los envolvió por completo. GHOST
En la penumbra, la figura de un joven apareció frente a ellos, su rostro pálido y sus ojos tristes. Era el Fantasma de Verano, y su presencia era sobrecogedora. —¿Por qué han venido? —preguntó con voz tenue, como si cada palabra fuese un eco de su sufrimiento. GHOST
Tomoya, Aoi y Ryô se quedaron inmóviles, atrapados entre el miedo y la compasión. Aquel encuentro marcaría un antes y un después en sus vidas, un momento en el que el misterio de la muerte se entrelazaba con la amistad y la valentía. SUMMER 1
Así, en las ruinas del viejo aeropuerto, la noche se convertiría en un viaje inesperado hacia el entendimiento de la vida, la muerte y lo que significa buscar la verdad. SUMMER 1
SUMMER GHOST 1